Has decidido ponerte a dieta para bajar unos kilos, de cara a la Operación Bikini; además, por una vez, intentas hacerlo lo mejor posible.

Has ido a un nutricionista que te ha puesto una dieta equilibrada baja en grasas con reducción de calorías que te está costando llevar raja tabla pero lo haces… y no, todavía no encontraste el tiempo para empezar a hacer ejercicio… pero la verdad es que estás, todo el día, con el agua al cuello corriendo de un lado para el otro y no paras ni un minuto.

Entonces… ¿Por qué no consigues adelgazar? Y ¿Cómo es posible que cada vez tengas más hambre?

¡¿Sabes qué?! Tengo una mala noticia: no sólo las calorías engordan. Noooo…

En esto de perder peso y de la lucha contra los kilos y la grasa, existen más enemigos; uno de ellos se llama estrés.

Síiii así es; ¡el estrés engorda, también!

Vaya… Lo que faltaba, ¡¿verdad?!

Resulta que nuestro organismo, ante situaciones de estrés, reacciona produciendo grandes cantidades de cortisol.

Esta hormona, en condiciones normales, nos da energía para enfrentarnos a situaciones puntuales de peligro, como una alarma para poder huir.

Sin embargo, cuando el cuerpo segrega continuamente cantidades mayores de cortisol esto es lo que ocurre: bajan las defensas, aumenta el hambre y el picoteo, especialmente por los hidratos de carbono (¡necesitas Garcinia Cambogia!), se ralentiza el metabolismo (¿Quemar grasa? ¡Toda una odisea!) y se altera el sueño (recuerda que ¡dormir poco engorda!). Significado de los nombres

Resumiendo; el estrés aumenta la cantidad de cortisol que, a su vez, aumenta el hambre, acumula grasa abdominal y, a la larga, puede ser causa de hipertensión y diabetes.